Con el humilde linaje de un ayer
Disecado en los rincones más oscuros de mí pecho
Y mi suave tronío de desterrar
Claveles marchitados en la copa de un sombrero
Que los vendí a la luna
Y en su sonrisa encuere mi lamento
Que le robé las tres perlas
De enhebrar madrugadas en silencio
De marfil tallaré a la primera
Que ensordecerá a la multitud de dibujar sonetos
Que serán de pespunte y cremallera
Y enamorará a la soledad con sudores del cielo
Reflejada en figuras de espectáculos grotescos
Amable con su mirada, radiante a mí respeto
La segunda lucirá al desquicio la locura
De aclarar mechas al poeta y peinar vida en su flequillo
Ensuciando el vestido, si se abraza a la cordura
Remendando los cordajes de sus bragas con cuchillo
Que se sujeta en el filo, dando coces a mis dudas
Describiendo en su destino al sollozo sacar la punta
De mis retales bordaré la última
Agradecido por los trapos si tu semblante veo dormir
Que anidara los flecos de pintarse la uña
Señalando al becerro que se lastra en su barniz
Que no será de madera, si a sus ojos me quise rendir
Será de puño y letra, si como obsequio la veo sonreír
Serán perlas sin alhajas causando rebeldía al cieno
Escuchándolas al caminar, cerrando sus puertas al viento