Todavía se escuchan los ecos en el Realejo
en dónde los dos jugábamos a ser antihéroes.
Yo, con mis cuatro trapos y semblante doliente
y mientras tú, apagando fuegos como el viento de poniente.
Todavía permanecen las alboradas en el Entresuelo
los amaneceres de vinagre y rosas...
las algazaras de personas irrisoriamente corrientes
en dónde despuntaba tu corazón
comadre de mis noches sin tregua,
belleza cordobesa omnipotente
a la cuál se agarra el más díscolo y perturbado
robándole a la luna su cálido relente.
Todavía la Alhambra llora por tu ausencia
El Albayzin sigue de duelo
esperando a que llegue la primavera.
Esa, que contagias con un simple parpadeo
esa, a la cuál sigo enganchado
cuando estabas presente aunque no te viera.
Te regalo pronto mi sonrisa,
mis puntadas sin hilo...
y una visita por sorpresa.
A cambio de que sigas siendo como eres...
"Xhunga" y benévola compañera.