Son los restos
de un despertar
atronador
los que te encontraste
en el jardín
de tu puerta
Se te clavó
como espigas en el corazón
y ahora pago yo,
las malas cosechas
de tu hierba
Mientras tanto tú,
sigues limando
esquinas
de tus simples sollozos y magulladuras
Y dirás...
que en lo que te han
convertido tus mil vidas
han sido retales de cientos
de coseduras
En cambio yo,
sigo tallando las
virutas de lo vivido
en sueños de arlequines
de este
amor prohibido
de empalmar soldaduras
de adoquines con aromas caídos
de emprender caminos
en los que otros cayeron rendidos
Y vendrá de nuevo el alba
a decirme
que llega la mañana
Para recordar lo cohibido
de tu
calle en cualquier delirio
Y serán despertares...
en los que tú
te encontrabas
Despertares que quiero...
que acaben
de madrugada
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